“El
concepto no tiene más regla que la vecindad, interna o externa. Su vecindad o consistencia
interna está garantizada por la conexión de sus componentes en zonas de
indiscernibilidad; su vecindad externa o exoconsistencia está garantizada por
los puentes que van de un concepto a otro cuando los componentes de uno están
saturados. Y eso es efectivamente lo que significa la creación de los conceptos:
conectar componentes interiores inseparables hasta su cierre o saturación de
tal modo que no se pueda añadir o quitar ningún componente sin cambiar el
concepto; conectar el concepto con otro, de tal modo que otras conexiones
cambiarían la naturaleza de ambos. La plurivocidad del concepto depende
únicamente de la vecindad (un concepto puede tener varias). Los conceptos son
como colores uniformes sin niveles, como ordenadas sin jerarquía. De ahí
resulta la importancia en filosofía de las preguntas: ¿qué meter en un concepto
y con qué co-meterlo? ¿Qué concepto hay que poner junto a éste, y qué
componentes en cada cual? Estas son las preguntas de la creación de conceptos. Los
presocráticos tratan a los elementos físicos como a conceptos: los toman por sí
mismos independientemente de cualquier referencia, y buscan únicamente las
reglas adecuadas de vecindad entre ellos y en sus componentes eventuales. El
que sus respuestas varíen se debe a que no componen estos conceptos elementales
de la misma manera, hacia adentro y hacia afuera. El concepto no es
paradigmático, sino sintagmático; no es proyectivo, sino conectivo, no
es jerárquico, sino vecinal; no es referente, sino consistente.”
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