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viernes, 23 de mayo de 2014

Spinoza, un cuerpo de las intensidades


Spinoza, un cuerpo de las intensidades

"El cuerpo necesita , para conservarse, de muchísimos otros cuerpos, por los cuales está continuamente como [siendo] regenerado" 

Spinoza, B.: Ética demostrada según el orden geométrico, II, Post. 4



"La duración de los estados no es sólo extensiva y temporal, sino, especialmente, intensiva ya que se trata de variaciones continuas de perfección en el obrar humano. De un estado corporal-imaginativo a otro y de éste al siguiente, esto es lo que Spinoza denomina afecto o sentimiento. Para Spinoza, el afecto no puede ser tomado solamente como un estado de un cuerpo afectado por otro, sino como una verdadera relación, elemental, constitutiva, de las variaciones continuas y correlativas de dos o más cuerpos afectados-afectantes. La deconstrucción de la idea de sentimiento como estado (estático) y la inauguración de la dimensión relacional en la constitución afectiva, he aquí el inédito desencadenamiento spinoziano de una nueva analítica de los afectos. (...) El distanciamiento y recusación tanto de la física como de la metafísica cartesianas parece incuestionable. La unidad sustancial diferenciada en atributos y expresada en la naturaleza bajo una infinidad de modos revela, en el campo afectivo, que la idea que constituye la forma del afecto-sentimiento afirma estados intensivos corporales relacionados, y no se resume sólo al plano ideativo-formla. El afecto es una duración vivida, una vivencia diferencial de estados y no una mera comparación intelectualista."

Kaminsky, G.: Spinoza: la política de las pasiones. Barcelona: Gedisa, 1998, 34-35.




"Spinoza propone a los filósofos un nuevo modelo: el cuerpo. Les propone instituir al cuerpo como modelo: 'No sabemos lo que puede el cuerpo ...'. Esta declaración de ignorancia es una provocación: hablamos de la conciencia y de sus decretos, de la voluntad y de sus efectos, de los mil medios de mover el cuerpo, de dominar el cuerpo y las pasiones, pero no sabemos ni siquiera lo que puede un cuerpo. A falta de saber, gastamos palabras. Como dirá Nietzsche, nos extrañamos ante la conciencia pero 'más bien es el cuerpo lo sorprendente ...'. (...) Se trata de mostrar que el cuerpo supera el conocimiento que de él se tiene, y que el pensamiento supera en la misma medida la conciencia que se tiene de él. (...) Cuando un cuerpo 'se encuentra con' otro cuerpo distinto, o una idea con otra idea distinta, sucede o bien que las dos relaciones se componen formando un todo más poderoso, o bien que una de ellas descompone la otra y destruye la cohesión entre sus partes. En esto consiste lo prodigioso, tanto del cuerpo como del espíritu, en estos conjuntos de partes vivientes que se componen, y se descomponen siguiendo leyes complejas. El orden de las causas es así un orden de composición y descomposición de relaciones que afecta sin límite a la naturaleza entera. Pero nosotros, en cuanto seres conscientes, nunca recogemos sino los efectos de estas composiciones y descomposiciones; experimentamos alegría cuando un cuerpo se encuentra con el nuestro y se compone con él, cuando una idea se encuentra con nuestra alma y se compone con ella, o, por el contrario, tristeza cuando un cuerpo o una idea amenazan nuestra propia coherencia.

Deleuze, G.: Spinoza: filosofía práctica. Barcelona: Tusquets, 2001, 27-29.





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